NORMA

Vincenzo Bellini (1801 - 1835)
Opera in two acts in Italian
Libretto: Felice Romani
Premièr at Teatro alla Scala, Milan – 26 December 1831
03, 06, 11 November 1962
Grand Teatro Liceo, Barcelona

GRAND TEATRO DEL LICEO DE BARCELONA
Opening performance

Conductor: Mario Parenti
Chorus master: Riccardo Bottino 
Stage director: Riccardo Moresco
Scene: Sormani 
Costumes: Peris Hnos
 
Pollione Roman Pro-consul in Gaul BRUNO PREVEDI tenor
Oreveso Archdruid father of Norma IVO VINCO bass
Norma High priestess of the druidical temple LEYLA GENCER soprano [Role debut]
Adalgisa a virgin of the temple FIORENZA COSSOTTO mezzo-soprano
Clotilde Norma’s confidante MARIA TERESA BATTLE soprano
Flavio a centrurion JUAN LLOVERAS tenor
 
Time: About 50 B.C.
Place: Gaul
 
Photos © CALOS PEREZ DE ROZAS, Barcelona
Photos © FOTOS RAS, Barcelona 










































PHOTO SHOOTING IN BARCELONA

1966 NOVEMBER

CAST LIST

1962 - 1963 LIECU OPERA SEASON

REPERTOIRE LIST 

1962 - 1963 LICEU OPERA SEASON 

TICKET PRICES

1962 - 1963 LICEU OPERA SEASON 
LICEO MAGAZINE                                              
1962 October - November                                                                                     

LA TEMPORADA HA COMENZADO

REGINA FLAVIO

El sábado 3 de noviembre, a las 9'30 de la noche, se dio la primera unción de ópera de la temporada en el Gran Teatro del Liceo y fue "Norma", de Vincenzo Bellini, la elegida para la inauguración.

Minutos antes de la hora fijada, una numerosa y selecta concurrencia llenaba el vestibulo y los pasillos del magnifico coliseo y la Guardia Municipal, de gala, prestaba servicio a la puerta, acabando de dar solemnidad a la velada.
Dirigia la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro el maestro Mario Parenti y actuaban la soprano Leyla Gencer, en el papel de Norma; la mezzo Fiorenza Cossoto, en el de Adalgisa; el tenor Bruno Prevedi. en el de Pollione, Procónsul de Roma en las Galias, y el bajo Ivo Vinco, en el de Oroveso, jefe de los druidas.
Leyla Gencer, algo indispuesta -también los divos se permiten a veces el lujo de resfriarse- fue, sin embargo, una protagonista dignisima que dio muestra de poseer una voz dúctil, sonora y extensa, capaz de atacar los agudos con extraordinaria dulzura y de "filarlos" en un alarde de técnica y de dominio. Pero sobre todo, la señora Gencer posee un temperamento dramático de primer orden que llega a adueñarse del papel y a prestarle humanidad y sentimiento. Al finalizar el aria "Casta diva", dificil no sólo por su extensión y agilidades, sino por la difusión que se le ha dado en discos interpretados por las primeras cantantes del mundo, una larga ovación premió su labor, completamente a la altura de la fama que la había precedido.
Fiorenza Cossoto, la joven y bella mezzosoprano que el año pasado interpretó de un modo encantador a la protagonista de la "Cenerentola", de Rossini, fue una Adalgisa excelente. Su voz grave y flexible al mismo tiempo, dio calor y dulzura a su dificil partitura y en varios momentos arrancó ovaciones sinceras y prolongadas.
El tenor Bruno Prevedi, que como Leyla Gencer actuaba por primera vez en Barcelona, tiene una voz sonora y dramática muy adecuada para su papel. Y, sobre todo, posee la escasa cualidad de hacerse entender, sabe frasear tanto en los agudos como en el centro de su registro, y esto valora extraordinaria- mente sus intervenciones. En cuanto al magnifico bajo Ivo Vinco, que desde hace cinco años actúa en el Liceo en los más variados papeles de su cuerda con gran acierto, fue un Oroveso majestuoso e imponente. Nadie, al verle revestido del traje talar y caracterizado con largas barbas blancas, hubiera reconocido en él al joven de treinta y cuatro años, deportista y simpático que es en realidad.

Mujeres bellas, hombres impecablemente vestidos y un ambiente de alta distinción caracterizan siempre las noches del Liceo

Durante los entreactos, el público llenó los pasillos, el salón de los espejos y el bar, disfrutando de esa primera reunión social que podríamos calificar de colectiva fueron muy escasos los miembros del gran mundo barcelonés que faltaron a esta primera función del año operistico-.

Una variedad de espléndidos atavios desplegó la brillantez y el encanto de la moda femenina en su más solemne exponente, mientras que los hombres, embutidos en sus trajes de etiqueta, negros y uniformes, se quejaban del calor cuellos y corbatas de gala, tibieza de la lluviosa noche otoñal y calefacción generosamente repartida por los radiadores-.
Vestian su primer traje de fiesta varias muchachas, entre otras Clotilde Juncadella Camp, Maria Estrella Pérez Oliveda, Montserrat Vallet de Sabater, Ana María Casanovas y La Rosa y Montse Brugarolas Masllorens.
Se comentaba la obra y la interpretación en diversos corrillos. El maestro Manno Wolf-Ferrari: "Si, me gusta "Norma", tiene poesía y encanto, dos cualidades que no desaparecerán nunca de la música, por mucho que el transcurso de los años la haga variar de medios de expresión".
El maestro Torrens, de Radio Barcelona: "Desde luego, "Norma" es hermosa dentro del estilo de su época. Y a pesar del tiempo transcurrido se conserva fresca en su sencilla línea melódica y orquestal".
Manuel R. de Llauder: "Norma es sin duda la. obra maestra de Bellini, que si bien descuidó en ella la instrumentación, supo combinar, como ningún compositor de su tiempo, la ternura expresiva con la emoción. La soprano Leyla Gencer no sólo tiene una hermosa voz, sino que da emoción a su papel".
Cecilia A. Mantua: "Me gusta Belini. Hay ternura y tristeza en su música y una inspiración auténtica. Todos están muy bien, pero Fiorenza Cossoto es estupenda".
En los actos siguientes las cualidades interpretativas de los artistas se hacen más notables a medida que crece el dramatismo de la obra. Y en las escenas finales Leyla Gencer, con esa media voz tan llena de emoción que la sitúa entre las mejores cantantes del momento, transmite al público el sentimiento de patetismo y dolor que vibra en la música del gran compositor siciliano, mientras que el tenor pronuncia las últimas frases con gran sentido de la escena y de la declamación lírica.
A la salida, los fotógrafos asaetean a disparos. de las máquinas a las autoridades que bajan la escalera de honor: el capitán general de Cataluña con su esposa y su hija: el gobernador civil y señora; el presidente de la diputación y la marquesa de Castell-Florite; el alcalde de Barcelona y la señora de Porcioles. Y también van recogiendo en sus fotografías a todos los conspicuos representantes de las más ilustres familias catalanas, así como al cónsul de los EE. UU. y señora de Fritzland que también han asistido a esta brillante función.
La lluvia ha cesado y la noche está tibia. Los automóviles van desfilando lentamente por las Ramblas, ateniéndose rigurosamente a las indicaciones de los guardias del tráfico especialmente destacados para regular la complicada circulación. Una gran masa de curiosos contempla desde el centro del paseo la salida de ese público que asiste a un espectáculo del más alto nivel artistico ataviado con la solemnidad que se dedica tan sólo a los grandes acontecimientos de la vida.

El bajo Ivo Vinco en el papel del gran druida Oroveso, arenga a la multitud en una escena del primer acto de "NORMA" (Foto Ras)

Los puestos de flores dan luz y color a la noche ciudadana. Hay que andar bastante hasta llegar donde quedaron aparcados los automóviles si no queremos envejecer esperando que les llegue el turno de pasar frente al teatro. Capas de pieles, salidas de noche, smockings, zapatos de ceremonia Ilenan las aceras brillantes de humedad. Y alguien, embutido en una gabardina popular, canturreal "sotto voce" "Casta diva" mientras se dirige a la parada del autobús.

No hay duda de que Barcelona vibra en estas noches del Liceo.

Leyla Gencer, Fiorenza Cosoto y Bruno Prevedí en una escena del tercer acto (Foto Ras)

CUATRO NOMBRES FAMOSOS EN LA TEMPORADA

LICEISTA 1962-1963


De LEYLA GENCER a

 

FERRUCCIO TAGLIAVINI,

pasando por

ELENA TODESCHI

y

MONTSERRAT CABALLE

 

por RAMON PUJOL


Como todos los años, la temporada otoño-invierno del Liceo, dedicada a la ópera, despierta el interés de los aficionados barceloneses y el de las demás provincias españolas que siguen, a través de la radio y la televisión, las representaciones del primer escenario lírico nacional.

De la extensa lista de cantantes-más de 200- queremos destacar cuatro nombres: Leyla Gencer, Elena Todeschi, Feruccio Tagliavini y Montserrat Caballé. Una turca, dos italianos y una española. Pero lo mismo podriamos resaltar meritisimos artis- tas alemanes, búlgaros, yugoeslavos, franceses, holandeses, canadienses o argentinos. Mas ciñámonos a los mencionados y glosemos, brevemente, las respectivas personalidades de los tres extranjeros, y de nuestra gentil paisana, de quien se ha ocupado "Liceo" en algunas fugaces ocasiones. 

LEYLA GENCER

 
Para abrir marcha, para alzar el telón, la belliniana "Norma", con una soprano, Leyla Gencer, a quien muchos comparan con María Callas y algunos consideran como su sucesora, Leyla Gencer sustituyó a la temperamental griega en la "Scala" de Milán en las representaciones de "Poliuto" y en el Festival de de Glydebourne en las 'e "Lucia di Lamermoor".
Victor de Sabata, en los funerales de Toscanini, En aquella ocasión, y en el marco majestuoso e impresionante del Duomo milanés, Leyla cantó la "Misa de Requiem", de Verdi. Del mismo compositor interpretaria "La battaglia di Legnano" en la inauguración del XXII "Maggio Musicale", de Florencia, en presencia del entonces Presidente de la República italiana, Gronchi, Sólo nos queda añadir que su "debut" barcelonés ha sido digno de su bien ganado prestigio.


UNKNOWN MAGAZINE                                          
1962 October

LICEO: TRES MESES DE OPERA
 
En la noche de apertura, Normas, de Bellini
El ceremonial del Liceo comienza en la misma porta..
 
El Liceo ha abierto su temporada liries. Debe terminar el 11 de febre ro. Su primer titulo ha sido eNormes, la ópera de Bellini, cantada per última vez en el Liceo en noviembre de 1958.
La protagonista ha sido la gran soprano Leyla Gencer, primerisima figura del bel canto, aplaudi da muchas veces en la Scala. Luego dos óperas de Verdi: «El trovadore y Otelo», alternando en una misma semana con «Norma»
La temporada se anuncia como I Festival de Festivales de Opera. Y hay por delante grandes titulos, grandes divos y compañías. Las ti tulares de la Opera de Belgrade. de Nuremberg y de Sofía, cidades que cuentan no ya con una tempo rada lirica anual, sino con teatros donde se trabaja con fuerte subvención, estatal para sostener, enriquecer y evolucionar la compleji dad de elementos que estructuran el mundo de la ópera.
Una puesta al día de la histeria de la ópera implica la revisión de muchos aspectos estéticos y so ciales. Quizá, desgraciadamente, en España no estemos en condiciones de plantearnos el problema. Por que lo esencial, el punto de arr que, solo existe en Barcelona, en cuyo magnifico Liceo se desarrolla usa labor regular, con cuadros ti tulares para un público preparado. Por eso la apertura de la temporoda hay que acogerla con inimo más testimonial que critico. En el Liceo existe la ópera. Durante tres meses, por encima de boats y vestibulos de buena sociedad, lo cierto es que las mejores patituras serán interpretades y la ves humana volverá a ser la gran protagonista. Los melómanos estarán presen tes y perdidos por las alturas.
El Liceo, centruido a mediados del XIX, costó unos ocho millones de pesetas. Desde entonces ha esta do vinculado a muchas jornadas de la vida barcelonesa. Muchas fa milias han relacionado pequeñas pero intimas dimensiones de su historia a la historia del Liceo, De tal forma que, con el correr de les años, el Liceo ha venido a ser no solo la expresión de una tradición musical, sino uno de los grandes simbolos de Barcelona.
Ahora que se habla de una po sible recuperación del Real, ahora que vuelve a escocer el silencio del monumental teatro madrileño, queremos subrayar el comienzo de la nueva temporada del Liceo. El único teatro de ópera español. Nuestro único punto de referencia. para plantear un future operistics- madrileño. Para llegar, en definitiva, a una ópera nacional-bien subventionada y abierta al gran público, tal y como existe en casi todes les paises de Europa.

La escalinata. Muchos espectadores son propietarios de sus butacas


LA VANGUARDIA                                             
1962.10.10

LA VANGUARDIA                                             
1962.10.16

LA VANGUARDIA                                             
1962.10.31

LA VANGUARDIA                                             
1962.11.01

LA VANGUARDIA                                             
1962.11.01

LA VANGUARDIA                                             
1962.11.02

LA VANGUARDIA                                             
1962.11.03

LA VANGUARDIA                                             
1962.11.04

LA VANGUARDIA                                             
1962.11.08

LA VANGUARDIA                                             
1962.11.09
OPERA MAGAZINE                                      
1963 January

FROM THE BOOK OF "BELCANTO OPERAS" BY CHARLES OSBORNE
1994

GRAND TEATRO DEL LICEU BOOKLET FOR NORMA 
CRONICALUSTRADA 1947-1999
1999

LICEU MAGAZINE                                    
2000s

PAPERBLOG                                           
2015.03.11

A propósito de "Norma"
Casi olvidada. Leyla Gencer
Publicado el 11 marzo 2015 por Maac 
@Elblogdemaac

Mis amigos se cachondean de mí con el asunto Norma, cuando me ven ya me preguntan con socarronería que por qué número de entrada sobre Norma voy, pues bien, voy ya por la entrada número 11 y ha habido algunas entradas que, aunque hablaban sobre cosas relacionadas con esta ópera no he querido numerarlas como dentro de la serie, es decir que son más de las que indican los números. Da igual, yo pienso seguir mientras me apetezca, y el que quiera leerlas pues aquí están.

Me hizo mucha gracia lo que dijo Leyla Gencer en un programa especial dedicado a Maria Callas, creo que era dentro del documental titulado "Maria Callas, una voz de leyenda", que si no lo conocéis os lo recomiendo, está en Youtube y en castellano. Decía la soprano turca, sea el documental que sea de todos los que se han dedicado a la soprano greco-americana, que Maria Callas tenía interiorizada en el subconsciente la tragedia griega y que su carrera fue muy corta, apenas 10 años (según Gencer), pero que hizo grandes cosas y que valió la pena, que tenía un magnetismo cuando estaba en el escenario que se comía todo lo que tenía a su lado, que eso era un don divino,o  que aunque fuera procedente de la naturaleza, tenía un talento único, un enorme talento. Después la turca hacía una pausa y con seriedad añadía "pienso que también yo lo tengo".  Estas palabras se me quedaron grabadas y en ese momento, incluso hoy, no sabría cómo tomármelas, si resultaba pedante o si, por el contrario, no era más que constatar una realidad, en todo caso, ahí queda eso, se agradece la sinceridad y cada vez que pienso en ello una sonrisa se esboza en mi semblante. Gencer tenía mucho talento, no cabe duda, pero el en ningún caso el mismo que Callas.
Leyla Gencer es la Norma no reconocida, desconocida u olvidada por el aficionado medio, no sé por qué extraña razón las discográficas no se interesaron por ella (la llegaron a llamar la "reina de los piratas"), cantó en todos los grandes teatros italianos (La Scala de Milán, San Carlo de Nápoles, La Fenice de Venecia) y también lo hizo en el Covent Garden y en Estados Unidos, pero nunca en el Met, aunque sí llegó a negociar con el teatro para que fuera así. Su repertorio fue amplísimo pero el mayor reconocimiento le vino por sus interpretaciones de heroínas donizettianas (sobre todo Anna Bolena, Maria Stuarda y Elisabeth en Roberto Devereux), aunque también cantó mucho Verdi e incluso Mozart y Puccini.
Cuando se habla de las intérpretes de Norma de la segunda mitad del siglo XX siempre se cita a tres y generalmente por este orden: Maria Callas, Joan Sutherland y Montserrat Caballé, la cuarta, cuando aparece, es Leyla Gencer, pero generalmente solo lo hace cuando se trata de grandes aficionados, críticos o musicólogos. Pues bien, la Norma de la turca también es muy interesante y se merece, yo creo, mayor reconocimiento del que tiene y por eso la traigo aquí. 
Que yo sepa por lo menos tenemos dos grabaciones piratas de su Norma, ambas efectuadas en La Scala, la primera de 1965 con Simionato, Prevedi, Zaccaria y dirección de Gavazzeni y otra de 1966 con Cossotto Limarilli, Vinco y dirección de De Fabritis. No creo que la mantuviera en repertorio más años que cualquiera de las tres citadas anteriormente.
Leyla Gencer, cuya voz, desde mi punto de vista, siendo distinta y menos agraciada, tiene paralelismos con la de Montserrat Caballé como los graves de pecho un tanto forzados, control de fiato y capacidad para apianar y se caracteriza por la presencia de sonidos guturales que afean un tanto la belleza de su timbre, más oscuro y agrio que el de Caballé, dotaba al personaje de Norma de una fuerza dramática especial, sincera pero menos interiorizada o psicológica que la de Callas, como más a flor de piel. 


MIS VIVENCIA EN AL GRAND TEATRO DEL LICEO                                          
2017.09.17

Temporada 1962-1963 del Liceo

Os diré que una de las primeras cosas que hice cuando ya estuve asentado en Barcelona fue quedar una tarde con nuestro amigo Jordi. Lo que más me llamó la atención de este singular amigo, es que no era aficionado a la ópera, cosa que mis amigos y yo desconocíamos. Lo que más me intrigo fue, ¿cómo era posible que ninguna temporada nos dejara tirado en la cuestión de las entradas? Sencillamente me lo reveló en un instante: era muy amigo de un tal Pepe, que trabajaba en las oficinas del Teatro del Liceo, (se encargaba de confeccionar y repartir los abonos de la temporada) y ahora entendía que muchas veces nos facilitaba algunas noticias sobre las óperas que se iban a representar, antes que el periódico de La Vanguardia, pues mi compañero Manolo Polo, el barbero, recibía todos los días el tal periódico y nosotros ya estábamos enterados. Por mediación de Jordi, me puso en contacto con su amigo Pepe. Os puedo decir que hice mucha amistad con Pepe, pues más de una vez me ha sacado de algún apurillo en temas relacionados con alguna entrada y él me lo ha resuelto al momento.
Por mediación de mi amigo Pepe, yo me ponía en contacto con mis dos compañeros de “fatiga”, Manolo Polo y Enriquito y les comunicaba por teléfono todas las inquietudes que iba a tener la nueva temporada 1962 – 1963















NORMA (Bellini) Inauguración temporada 1962 -1963. Director Mario Parenti, con Leyla Gencer, Fiorenza Cossotto, Bruno Prevedi, Ivo Vinco.
Esto de no hacer viajes, ha pasado a la historia. El contacto con mis compañeros, Manolo Polo y Enrriquito, seguía intacto, El mensajero de las correspondientes entradas había cambiado, nuestro amigo Pepe me las facilitaba y nuestro amigo Jordi ya no hacía falta que se acercara al teatro, pues de mutuo acuerdo con Pepe, yo iba a recogerlas a su casa o bien, el, se pasaba por la empresa que yo trabajaba y así de esta forma cambiábamos de pareceres.
Aquí en Barcelona vivía en una casa de huéspedes y precisamente nuestro amigo Pepe fue el que me facilitó dicha casa, por lo tanto, teníamos mucho contacto. Aquí estuve de soltero hasta el año 1965 que fue cuando me casé.
El sábado 3 noviembre a las 20 horas, estando en la puerta principal del teatro, debajo de las carteleras que anunciaban la función correspondiente, vi aparecer a mis dos amigos, no os podéis imaginaros la alegría que me llevé. Ellos venían para dos funciones seguidas, la del sábado y al día siguiente domingo que representaban Otello.
Vayamos a lo nuestro, la Norma que se representó esa noche, puedo deciros que fue de una gran categoría, tenía aún el recuerdo de la última vez que vi esta Norma, por Anita Cerqueti y Fedora Barbieri, y no voy a deciros qué representación me gustó más, no, como sabréis no es mi estilo el comparar, solamente os puedo decir que fue como tantas noches ¡apoteósico! De Leyla Gencer me llevé una gran sorpresa pues no tiene que envidiar a ninguna de las “grandes” porque ella es grande, y de Fiorenza Cossoto tanto de lo mismo. Compañeros pensad que lo que yo escuchaba en aquellos años eran voces principiantes, es decir el comienzo de sus carreras, y estaban en plenitud de facultades, y a lo largo del tiempo es cuando uno se da cuenta de lo que yo he visto y he disfrutado. Otra de las sensaciones de esa noche mágica fue el descubrimiento de otra gran voz, el tenor Bruno Prevedi, otro que empezaba su carrera, y como era de esperar, recibió de las casas discográficas el rechazo como tantos cantantes. El monopolio lo tenían Mario del Mónaco, Renata Tebaldi, María Callas y Giuseppe Di Stefano. Todos los cantantes que había alrededor, para estas empresas no existían, por ello yo hago hincapié, en que estos cantantes que apenas podían grabar, (había grabaciones piratas) yo los menciono, ya que muchos de vosotros no los conocéis. En los tiempos que estamos y gracias a internet y YouTube, los vamos conociendo, es por ello que muchos aficionados en la actualidad ya se van dando cuenta que, aparte de los “cuatro”, si había cantantes en aquellos años de una gran categoría como ellos. Con esta observación no quiero decir que estos “cuatro” fueran malos cantantes, no, eran buenísimos, pero tuvieron la suerte del nacimiento de este monopolio que fueron los que se comieron parte de la “tarta”. Si os fijáis en las grabaciones de aquellos años, sobre 1955 hasta 1975 eran intocables, los cantantes que proponían el imperio de las casas discográficas. Ahora siguen igual, pero debido a internet las cosas van cambiando y hay mucha más libertad, a nivel aficionado, pues se mete uno en YouTube y sacan cosas que ni en sueños podríamos tener.
Siguiendo con la "Norma" de aquella noche, os propongo unas grabaciones que he podido sacar de YouTube y de mi discoteca, que fueron grabadas más o menos sobre el año que yo los vi cantar. Como oiréis son voces de una gran categoría y yo que los he visto cantar en directo doy fe de todo ello. 

CRÓNICA DE LA VANGARDIA

NORMA (Bellini) Inauguración temporada 1962-1963. Ayer noche se inauguró brillantemente la temporada en el Gran Teatro del Liceo
Con Norma de Bellini, símbolo del más puro “bel canto”, obtuvieron un éxito señaladísimo todo el intérprete y muy especialmente los protagonistas Leyla Gencer, Fiorenza Cossoto y Bruno Prevedi.
Empezó la temporada del Liceo en un ambiente favorabilísimo. Los programas generales de las 60 funciones anunciadas han despertado una considerable expectación, aunque en los mismos no figuren muchas novedades en cuanto al repertorio, pero sí bastantes nombres no conocidos de cantantes que serán interesantes conocer y juzgar. El Festival de festivales  propiamente dicho, con los varios  conjuntos completos de artistas, ha comenzado todavía y el telón se levantó ayer para hacer honor a la célebre  «Norma», pieza máximamente significativa del repertorio Italiano, temido  para los cantantes debido a los alardes de  virtuosismo vocal que el compositor prodigó en las particelas de los protagonistas; admirada siempre por los menos aficionados al lirismo del teatro italiano del siglo pasado, aficionados que por lo visto no escasean en Barcelona a juzgar por la curiosidad, el interés  y la atención general que despertó la  velada.
Acabamos de salir de esta función inaugural que ha alcanzado toda la solemnidad debida tanto a la calidad del espectáculo como a la significación ciudadana, del acto, tan importante en la vida cultural de la cudad. El Liceo ha registrado un lleno prácticamente absoluto y todos los que han acudido al gran teatro, desde los que cumplen siempre con el rito de esta inauguración ocupando palcos y butacas hasta los voluntariosos, fieles y superiormente entendidos de los pisos cuarto y quinto, creo que han salido satisfechos dé la fiesta. Aquellos a quienes les atrajo el relieve social de la velada no habían sido defraudados porque la sala estuvo deslumbrante sin que faltaran en ella todos aquellos que dan brillo y relieve a las noches de ópera. A los que estiman el espectáculo operístico intrínsecamente también han quedado satisfechos, aunque esto no quiera, decir que los pormenores de la representación y el arte de los cantantes fueran largamente discutidos entre ellos, lo que demuestra que el teatro lírico sigue siendo estimado y cuenta con muchos y muy entendidos partidarios que no quieren limitarse, afortunadamente, a una pasiva contemplación de lo que aparece en el majestuoso marco escénico del Liceo.
«Norma» se mantiene en las carteleras operísticas casi exclusivamente por su constante encanto melódico. Más de un siglo después de su estreno (Milán 1831) han declinado casi todos sus valores dramáticos. De la tragedia seudo romana de Norma y Adalgisa no queda más que la faramalla y el acartonamiento de la historia, salvándose empero lo más importante: la pureza, el hechizo extraordinario de un conjunto de melodías suficientes para ganar incondicionalmente la voluntad del que escucha sin prejuicios, dispuesto a gozar de la belleza directa, simple y clara de unas voces acompañadas por la nueva y oportunísima armonía de una orquesta sin complicaciones, una orquesta alada, transparente y sintética al servicio del dibujo melódico.

LA REPRESENTACIÓN

La ópera de Bellini es agotadora para la soprano protagonista. Norma debe cantar «a fondo» desde el aria inicial, la celebérrima «Casta Diva», hasta la última escena. Pudimos apreciar, pues, largamente las cualidades de la soprano Leyla Gencer, que se distingue principalmente por la ductilidad de su emisión. Su timbre vocal es bueno, potente en los agudos, patético en los graves, que no faltan en la obra. A pesar de todo, el éxito lo obtuvo por la concreción segura de sus vocalizaciones, por sus limpios filados y por el carácter que imprimió a los episodios que requieren mucha fuerza temperamental.
Sigue en dificultad al papel de Norma, el de su rival en la historia escénica, la sacerdotisa Adalgisa, que fue encarnada por la «mezzo» Fiorenza Cossoto, ya conocida de los liceístas. Fiorenza Cossoto es una excelente artista en su registro y tanto en sus intervenciones individuales como en los dúos con la soprano, de brillantísimos efectos, la artista quedó en excelente lugar, destacando la claridad y potencia de su voz. Estos dúos del segundo y tercer actos fueron aplaudidísimos con justicia, aunque en uno de ellos (el del segundo acto) hubiera alguna precipitación y cierto calado cuando las dos voces femeninas se desligan de la orquesta.
El papel de tenor en la obra es menos importante, pero eso no quita, tenga momentos de lucimiento. Este papel —el de Pollióne-, dio lugar a la presentación del tenor Bruno Prevedi, que en cierto modo fue la más agradable sorpresa de la noche. Este cantante es de categoría, de firme y expresiva voz, rotunda y apasionada en los agudos. Un artista que quisiéramos oír nuevamente en alguna otra ópera más definitiva con un «rol» de tenor de mayor extensión.
Completaron dignamente el reparto Ivo Vinco, excelente bajo, siempre ajustado en su dicción; María Teresa Batlle y Juan Lloverás.
El coro tiene también su papel en el primero y últimos actos y sus intervenciones no pueden dejarse al azar con el pretexto de que son secundarias. El maestro Ricardo Bottino lo preparó conscientemente y el resultado fue una invariable buena sincronización del conjunto con la escena y los solistas.
Cuidó satisfactoriamente de la escena Ricardo Moresco y la dirección general desde el podio de la orquesta la llevó con plena autoridad el maestro Mario Parenti, consiguiendo del conjunto instrumental un eficaz rendimiento.
Norma ha abierto las puertas del Liceo. Unas horas después de enmudecer las armonías de Bellini, el teatro vibrará con el prodigioso «Otello» de Verdi que inaugurará las funciones de tarde.
La ópera vuelve a presidir la actividad musical de Barcelona y celebramos que la temporada empiece bajo el signo del teatro lírico italiano que, cómo ningún otro, mantiene viva la afición y el interés de la gente como acabamos de comprobar hace unos minutos, cuando ha bajado el telón del Liceo acompañado por los aplausos ardorosos y. prolongados del público.

https://misvivenciasliceo.blogspot.com/2017/04/temporada-1962-1963.html 

GRAND TEATRO DEL LICEU BOOKLET FOR NORMA                                
2021

NORMA

Al día siguiente del estreno de Norma en el Teatro alla Scala de Milán (el 27 de diciembre de 1831), Vincenzo Bellini escribía a un amigo: "¡Fiasco! ¡Fiasco!". En la cumbre de su carrera, Bellini, que era muy autocrítico, anotaba: "La ópera ha creado un furore: la primera noche, dado que los cantantes apenas pudieron interpretar el trío que finaliza el primer acto (estaban muy cansados), acabó muy fríamente; pero en la segunda noche, el terceto se cantó algo mejor y gustó bastante, pero aún no tanto como creo que debería ser, porque es una pieza que exige mucha fuerza. [...] En las tres tardes, el segundo acto creó un entusiasmo feroz”. Y finalmente concluye: "El teatro siempre está lleno, cada noche hay un silencio total: el aplauso es unánime. Si estas cosas indican un fiasco, entonces Norma ha sido un fiasco".

Pese a una presentación controvertida, Norma se ha instalado en el repertorio como un faro en el desarrollo de la ópera italiana. Hay musicólogos que incluso aseguran que Gioachino Rossini se retiró tras la irrupción de este título y, en cambio, fue un modelo para los compositores más jóvenes, como Verdi.
Norma se basa en el drama homónimo del francés Alexandre Soumet (Norma ou l'infanticide, de 1831, estrenado solo ocho meses antes que la ópera). Con una referencia clara a Les martyrs de Chateaubriand (1809) y a la tragedia Medea de Eurípides, el libreto de Felici Romani va más allá de Soumet y transforma el drama en una tragedia más humana. Aparte de eliminar el quinto acto, en que Norma (que descubre que Pollione la ha traicionado) mata a uno de sus hijos, enloquece y se ahoga en un lago con su otro hijo, presenta a la protagonista en un fuerte debate interior: el deber/obligación de ser la líder moral y espiritual de un colectivo (la virgen que dicta sus leyes y sus acciones de resistencia), y el deseo individual de amar a Pollione y no ser correspondida, y, además, ser madre. Al final opta por una solución del gusto de la burguesía del Romanticismo (frente a la tragedia griega): se sacrifica por sus hijos y por el bien de su comunidad. Una mujer fuerte con dos vidas imposibles de conciliar; una incongruencia invisible que va creciendo hasta hacerse visible, con sus propias consecuencias. Norma, después de perdonar a su amiga y competidora,
no se atreve a asesinar a sus propios hijos y elige la opción de morir. Una muerte por amor junto al hombre que la ha traicionado: una decisión que la redimirá ante sus contradicciones vitales. Un debate extraordinariamente humano y una partitura llena de retos musicales e interpretativos, que han hecho que Norma sea uno de los roles más atractivos para todas las sopranos desde su estreno en 1831.
En Norma tenemos el perfecto modelo de melodrama belcantista en el que una sucesión de números musicales (arias, duetos, tercetos, concertantes) se conjugan con unas melodías irresistibles que van desde la célebre "Casta diva" hasta el conclusivo y cautivador "Qual cor tradisti". El propio Gaetano Donizetti, tras ver una función cantada por Giuditta Pasta (cantante mítica que estrenó el rol), reconocía en una carta que "lo emocionaba hasta las lágrimas".
Wagner, que la dirigió a Riga en 1837, captó sus rasgos neoclásicos al afirmar que "en Norma, donde el poema alcanza la altura trágica de los griegos antiguos, las formas cerradas de la ópera italiana, que Bellini ennoblece y eleva al mismo tiempo, dan relieve al carácter solemne y grandioso del conjunto; todas las pasiones, que resultan así singularmente transfiguradas en su canto, reciben un fondo majestuoso sobre el que no erran inciertamente, sino que se dibujan en un cuadro grande y claro que involuntariamente hace pensar en Gluck y en Spontini". Recordemos, además, el hecho bastante conocido según el cual Wagner reconoció que la primera idea para la estructura escénico-musical de la muerte de Isolda se la sugirió la invocación de Norma "Deh, non volerli vittime”, que conduce a la intensa progresión del concertado final, mientras Norma se dirige a la hoguera con Pollione.
Originalmente la historia transcurre en la antigua, misteriosa y brutal cultura celta, en permanente amenaza por la invasión del Imperio romano; dos pueblos enfrentados en una irreconciliable batalla. Norma representa el gesto purificador de fusionarlos en su grandeza. En la producción que os ofrecemos, firmada por Àlex Ollé, encontramos un twist dramatúrgico: una Norma reimaginada. La acción se traslada bruscamente al presente en el que las túnicas quedan sustituidas por el vestuario de los grupos cristianos, y los antiguos templos quedan abandonados para presentar la acción en elegantes apartamentos modernos.
La actualización del drama romántico de Bellini pone en el centro de la producción la influencia del fanatismo religioso y sus conexiones con el poder dictatorial y las consecuencias visibles en las conductas sociales. La utilización de símbolos e imágenes de gran potencia visual (como el bosque de 1200 crucifixiones de Cristo) representa el mundo mental de Norma, mientras que la exhibición de rituales católicos, con una marcada estética franquista, muestra un entorno opresor que domestica los impulsos de Norma.
Àlex Ollé quiere huir de los clichés de un título que se ha considerado únicamente como escaparate de la gimnasia belcantista: "Norma suele hacerse de forma muy tradicional, pero hoy la religión y el fanatismo resultan amenazadores para la sociedad; es tan extremo y dramático... La heroína está atrapada en medio de todo y por eso hemos intentado actualizarla para hacer que la ópera sea lo más completa posible y nos hable del mundo de hoy. La gente conservadora puede ser extremista, en España y en todo el mundo".
Atención, spoiler: hay un cambio en el guion habitual en la muerte de Norma; aquí es ejecutada por un disparo del propio Oroveso, en un acto de piedad que evita que su hija se consuma en el fuego. El progenitor acaba abrazando a su hija fallecida una vez perdonada, en una imagen que potencia los delirios fundamentalistas. Una familia finalmente destruida, con Pollione incluido, aparece unida a la hora suprema. La humanidad de Norma (aquí como obispa anglicana), sus contradicciones y su verdad para hacernos reflexionar sobre la intolerancia.
En el Gran Teatre del Liceu, templo de las Norma de Maria Caniglia (temporada 1947-48), Anita Cerquetti (1956-57 y 1958-59), Leyla Gencer (1962-63), Montserrat Caballé (1969-70, 1972-73), Ángeles Gulín (1980-81), Joan Sutherland (1985-86) o Sondra Radvanovsky (2014-15), imaginamos nuevos mitos que incorporar en este fascinante catálogo: Marina Rebeka, Sonya Yoncheva y Marta Mathéu.

NORMA EN LA LICEU

Jaume Tribó
 
"Trema per me, fellon!"

Estreno absoluto

26 de diciembre de 1831 en La
Scala de Milà

Estreno en Barcelona

4 de junio de 1835

Estreno en Barcelona en el

Teatre de la Santa Creu
15 de enero de 1835

Estreno en el Liceu

16 de octubre de 1847

Última representación anterior

a la actual temporada
17 de febrero de 2015

Total de representaciones en el Liceu: 155


Norma ha disfrutado de 31 ediciones en el Liceu, sumando un total de 155 representaciones. Con ediciones gloriosas que alcanzaban las quince funciones -debe señalarse que antiguamente el número de representaciones aumentaba o se reducía a tenor del éxito o fracaso-, no pasando otras de una sola representación. El público del Liceu ha sido siempre severo con las voces, en especial en un título tan exigente, y hemos contado hasta cinco Normas que no sobrepasaron su primera representación.
La cronología de Norma, ya estrenada en el Liceu en la temporada inaugural, la 1847/48, es gloriosa. Centrada en el personaje de la sacerdotisa druida, ha gozado aquí de las mayores intérpretes, empezando con Giovanna Rossi-Caccia, barcelonesa a pesar de los apellidos, que había intervenido ya en la primera ópera representada en el Liceu, Anna Bolena. Norma fue el primer título a representarse en cinco temporadas sucesivas, las tres primeras con Giovanna Rossi-Caccia en el rol protagonista. En 1850 el reparto era enteramente catalán (los periódicos lo destacaban): la Rossi-Caccia, Caterina Mas-Porcell, el tenor Marcel Rogés y el bajo Agustí Rodas. Asimismo los comprimarios: Ferran Rauret (Flavio) y Adelaida Aleu-Cavallé, esposa del primer apuntador que tuvo el Teatre, Pere Cavallé. Después, y entre las grandes sopranos, llegaron Normas de la importancia de Teresa De Giuli-Borsi, Eugénie Julienne-Dejean, Balbina Steffenoni, Giuseppina Medori, Emma La Grua, Rosina Penco (famosa por estrenar Il trovatore de Verdi), Giulia Marziali-Passerini, la mítica Carolina Ferni (esposa del barítono Leone Giraldoni y madre del también barítono Eugenio Giraldoni), Adele Bianchi-Montaldo, Ines De Frate (primera intérprete de Norma en el Liceu de quien se dispone registro discográfico y, caso insólito, soprano que no debutó hasta sus 46 años, aunque cantaría hasta los 64), la dramática Ester Mazzoleni y la gran belcantista Giannina Russ. Supone un honor para el Liceu contar entre sus Normas con el nombre de Giannina Russ, soprano de la más ortodoxa línea de canto. Dimensión no siempre valorada en esa época (1910) -a Toscanini sí que le agradaba-y la Russ era tildada de fría e inexpresiva, una soprano que «solo» cantaba cuando imperaba la moda de las cantantes-ac- trices de tipo verista siempre dispuestas al grito o el sollozo... y, por ello, Giannina Russ solo defendió una Norma en el Liceu, en un único día. La ausencia de este título en el repertorio significa que el Liceu se ahorró los alaridos paleoveristas de sopranos del talante de Bianca Scacciati o Gina Cigna, que atacaban Norma como si de Tosca o Cavalleria se tratara. Y llegamos a una pausa de muchos años en la que el bel canto es por completo relegado y sumido en el olvido. Desconocemos con certeza las causas, aunque se trata de un hecho incuestionable que entre 1917 y 1947, exactamente treinta años, Norma deja de representarse en el Liceu sin que nadie la eche en falta. De 1947 hasta hoy, Norma vuelve a ser una ópera de repertorio. Maria Caniglia da inicio a un listado glorioso, en el que la siguen las figuras imponentes de Maria Pedrini, Anita Cerquetti, Leyla Gencer, Radmila Bakočević, Montserrat Caballé, Ángeles Gulín, Adelaida Negri, Joan Sutherland, Ana María Sánchez, Fiorenza Cedolins y Sondra Radvanovsky.
Norma es, de hecho, una sucesión de dúos entre la protagonista y Adalgisa, personaje que Bellini calificó de soprano, a pesar de que la bús- queda de un contraste de voces ha supuesto que durante ciento ochenta años se haya ads- crito a las mezzos. Ello ha supuesto el transporte de una segunda mayor, de Fa a Mi bemol, del segundo dúo femenino, una trasposición que ya se realizaba en el siglo XIX y que ha quedado plenamente impuesta por la tradición. La lista de mezzos es asimismo notable: Giulia Berini, Ida Cristino, Maria Chivers, Elvira Casazza, Ebe Stignani, Elena Nicolai, Fedora Barbieri, Fiorenza Cossotto (en tres ediciones distintas), Bianca Berini, Doris Soffel, Dolora Zajick, Sonia Ganassi, Ekaterina Gubanova y Annalisa Stroppa.
Entre los tenores, la relación quizás no sea tan impresionante, ya que la parte de Pollione, además de ingrata, está escrita en una tesitura muy central pero con un Do agudo en la frase «Eran rapiti i sensi» que ningún tenor incorporaba. Sin embargo, ahora hay que brindarlo. El primer Pollione liceísta (1848) fue el ilustre Giovanni Battista Verger, que curiosamente también asumió su estreno barcelonés en el Teatre de la Santa Creu en 1835. Entre algunos nombres destacables de tenor, debe mencionarse el de Giacomo Roppa, cuya presencia el día de su homenaje en el Liceu llegó a congregar de cinco a seis mil espectadores. Las crónicas refieren los riesgos de una tal aglomeración y la necesidad de limitar el número de asistentes. Menos gloria alcanzó el catalán Marcel Rogés, que a pesar de tener contrato, no recibió su paga en ninguna función y presentó por ello denuncia contra el empresario José García Berdung. Ganó la causa, aunque jamás volvería a cantar en el Liceu. Entre otros Pollione reseñables, figuran los nombres de Gaetano Baldanza y Carlo Negrini, que el 10 de octubre de 1863 no pudo cantar por motivos familiares: su hija viajaba en el tren accidentado tres días antes cruzando el puente de Alabern, en la localidad de Breda (Barcelona). El puente cedió y hubo muertos y heridos, aunque por fortuna la hija del tenor se salvó. Más intérpretes notables de Pollione: Carlo Bulterini, el aragonés Antonio Aramburo, Emilio Naudin (que participaría en el estreno absoluto de L'africaine de Meyerbeer), Orazio Cosentino (que también en Norma había sido objeto de desaprobación por Toscanini en La Scala y que, tras acciones legales contra la Dirección del teatro, obtuvo una suculenta y famosa compensación económica), Mirto Picchi, Bruno Prevedi (en tres ediciones distintas), Francisco Ortiz, Nicola Martinucci, Dennis O'Neill, el intrépido Ignacio Encinas, Andrea Carè y el espléndido Gregory Kunde. En 1970, primera Norma de toda la carrera de la Caballé, se anunciaba al mítico Mario Del Monaco como Pollione, pero declinó la oferta y no llegó a venir a Barcelona. Por experiencia, Del Monaco sabía que el Liceu era un teatro difícil donde había sido desaprobado en 1946 en La Gioconda, no llegando a la segunda representación.
Oroveso es una parte de buen canto, de bajo noble. Hay que consignar que ya en 1849 era interpretada por el catalán Agustí Rodas, que italianizó su nombre en Agostino. Rodas fue el cantante más longevo de todo el siglo XIX liceísta. Hizo su debut en esa temporada y con muy pocas intermitencias siguió actuando en el Liceu hasta 1878; llegó a celebrar un total de ocho ediciones de Norma. Además del histórico Agustí Rodas, hay que mencionar también a Antonio Selva (que había estrenado Ernani de Verdi), Ormondo Maini, Lluís Corbella, Ivo Vinco, Simón Orfila, Roberto Scandiuzzi y Giacomo Prestia.
Respecto a los comprimarios, se mencionan en pocas ocasiones, pero en este caso merece la pena, ya que con el papel de Flavio, el 8 de enero de 1970 hacía su debut absoluto como tenor el apreciado Josep Carreras en su única aparición como comprimario, aunque ya había actuado con anterioridad en el Liceu con voz infantil. Montserrat Caballé había cantado en más de una ocasión «Casta diva» en concierto, pero ahora se trataba de la primera vez que asumía la ópera entera y reservaba para el Liceu su primera Norma. Igualmente la eximia Leyla Gencer la había cantado aquí por primera vez en 1962.
Grandes nombres, como también grandes directores de orquesta. El maestro Marià Obiols fue quien dirigió el estreno de Norma en el Liceu, además de otras cuatro ediciones. Entre otros maestros, señalemos a las figuras de Giovanni Bottesini, el mayor virtuoso del contrabajo, muy activo en el Liceu, donde dirigió los diecinueve títulos de la temporada 1863/64, los catorce del ciclo 1864/65 y además toda la temporada de primavera de 1881. Otros directores de prestigio fueron Luigi Mancinelli, Vittorio Gui, Napoleone Annovazzi, Angelo Questa, Ottavio Ziino, Carlo Felice Cillario, Gianfranco Masini, Richard Bonynge, esposo de la diva Joan Sutherland, Daniele Callegari, Giuliano Carella y Renato Palumbo. Sabemos que hasta 1930 el Liceu no consideraba la figura del director de escena, pero hay que referirse a Augusto Cardi, que llegó a realizar tres ediciones en condiciones muy difíciles, Domenico Messina, Renzo Frusca, Flavio Trevisan, Giuseppe De Tomasi, que a pesar de que su nombre no figuraba en el programa sirvió para tratar a la diva Sutherland, que no resultaba nada problemática, Francisco Negrín (tres ediciones) y Kevin Newbury.
... Pero no todo ha sido coser y cantar. En la Norma de 1849 la crítica se queja de que en la orquesta no presenta fagotes. En 1864 la soprano Marie Lafont es tan mal recibida que es obligada a la rescisión del contrato. El 9 de abril de 1876 Norma vive una función de lo más accidentada: antes de la ópera, debido a una indisposición repentina del tenor Emilio Naudin, se anuncia que se suprime la cavatina del tenor y el dúo con Adalgisa. Naudin no aparece en escena hasta al trío final del acto segundo -recué- rdese que Norma se representaba siempre en cuatro actos-, pero no canta ni una sola nota. Abucheos. No puede finalizase el acto. Telón. Se repite el trío final con las señoras Alice Urban e Ida Cristino ellas solas. Antes de iniciarse el tercer acto se anuncia que se ha agravado la indisposición de Naudin y que ya no va a cantar nada más. La ópera finaliza, pues, tras el coro «Guerra, guerra». Para suplir las piezas suprimi- das, Alice Urban canta el primer acto de Poliuto de Donizetti con Francesco Tamagno. A los espectadores que no lo aceptaron les fue devuelto el dinero. Unos trescientos espectadores de los pisos altos se aprovecharon de ello cuando ya habían escuchado tres cuartas partes de la ópera. En 1878, aún otro escándalo: la primera y única representación es un fracaso tan rotundo que la obra tardará dieciocho años a reaparecer en el Liceu. El crítico Antoni Fargas i Soler considera la representación como una parodia de Norma; en realidad, la señora Júlia Cervelló (Adalgisa) era una cantante de zarzuela conocida bajo otro nombre.
El público del Liceu siempre ha sentido una estima especial hacia el bel canto, y Norma es sin duda su máxima cima. Sin embargo, como se ha dicho al principio, existe un paréntesis, entre los años 1917 y 1947, en los que se prescindió de ella. A partir de ese último año ha regresado robusta al repertorio y puede afirmarse que con las protagonistas más destacadas: Maria Caniglia, Anita Cerquetti, Leyla Gencer
, Montserrat Caballé, Joan Joan Sutherland y Sondra Radvanovsky. Solo nos ha faltado la Callas.

FROM ESPANA TV BROADCAST [RTV.ES]                   
1962.11.03 
La temporada 1962-1963 al Gran Teatre del Liceu s'inaugura amb Norma, de Norma Vincenzo Bellini, amb les veus de Mario Parenti, Ricardo Moresco, Leyla Gencer, Fiorenza Cossotto, Bruno Prevedi i Ivo Vinco. Imatges sense so dels camerinos, amb Cossotto vestida d'Adalgisa, i de l'arribada dels espectadors. És la nit de gala del 3 de novembre del 1962. No se'n conserva el so original.



TVE Recording                     
Opening Night Broadcast