NORMA
Costumes: Peris Hnos

LA TEMPORADA HA COMENZADO
El sábado 3 de noviembre, a las 9'30 de la noche, se dio
la primera unción de ópera de la temporada en el Gran Teatro del Liceo y fue
"Norma", de Vincenzo Bellini, la elegida para la inauguración.
Mujeres bellas, hombres impecablemente vestidos y un ambiente de alta distinción caracterizan siempre las noches del Liceo
Durante los entreactos, el público llenó los pasillos, el
salón de los espejos y el bar, disfrutando de esa primera reunión social que
podríamos calificar de colectiva fueron muy escasos los miembros del gran mundo
barcelonés que faltaron a esta primera función del año operistico-.
El bajo Ivo Vinco en el papel del gran druida Oroveso, arenga a la multitud en una escena del primer acto de "NORMA" (Foto Ras)
Los puestos de flores dan luz y color a la noche
ciudadana. Hay que andar bastante hasta llegar donde quedaron aparcados los
automóviles si no queremos envejecer esperando que les llegue el turno de pasar
frente al teatro. Capas de pieles, salidas de noche, smockings, zapatos de
ceremonia Ilenan las aceras brillantes de humedad. Y alguien, embutido en una
gabardina popular, canturreal "sotto voce" "Casta diva"
mientras se dirige a la parada del autobús.
Leyla Gencer, Fiorenza Cosoto y Bruno Prevedí en una escena del tercer acto (Foto Ras)
CUATRO NOMBRES FAMOSOS EN LA TEMPORADA
De LEYLA GENCER a
FERRUCCIO TAGLIAVINI,
pasando por
ELENA TODESCHI
y
MONTSERRAT CABALLE
por RAMON PUJOL
Como todos los años, la temporada otoño-invierno del
Liceo, dedicada a la ópera, despierta el interés de los aficionados
barceloneses y el de las demás provincias españolas que siguen, a través de la
radio y la televisión, las representaciones del primer escenario lírico
nacional.
LEYLA GENCER
Para abrir marcha, para alzar el telón, la belliniana "Norma", con una soprano, Leyla Gencer, a quien muchos comparan con María Callas y algunos consideran como su sucesora, Leyla Gencer sustituyó a la temperamental griega en la "Scala" de Milán en las representaciones de "Poliuto" y en el Festival de de Glydebourne en las 'e "Lucia di Lamermoor".
Victor de Sabata, en los funerales de Toscanini, En aquella ocasión, y en el marco majestuoso e impresionante del Duomo milanés, Leyla cantó la "Misa de Requiem", de Verdi. Del mismo compositor interpretaria "La battaglia di Legnano" en la inauguración del XXII "Maggio Musicale", de Florencia, en presencia del entonces Presidente de la República italiana, Gronchi, Sólo nos queda añadir que su "debut" barcelonés ha sido digno de su bien ganado prestigio.
En la noche de apertura, Normas, de Bellini
El ceremonial del Liceo comienza en la misma porta..
El Liceo ha abierto su temporada liries. Debe terminar el 11 de febre ro. Su primer titulo ha sido eNormes, la ópera de Bellini, cantada per última vez en el Liceo en noviembre de 1958.
La protagonista ha sido la gran soprano Leyla Gencer, primerisima figura del bel canto, aplaudi da muchas veces en la Scala. Luego dos óperas de Verdi: «El trovadore y Otelo», alternando en una misma semana con «Norma»
La temporada se anuncia como I Festival de Festivales de Opera. Y hay por delante grandes titulos, grandes divos y compañías. Las ti tulares de la Opera de Belgrade. de Nuremberg y de Sofía, cidades que cuentan no ya con una tempo rada lirica anual, sino con teatros donde se trabaja con fuerte subvención, estatal para sostener, enriquecer y evolucionar la compleji dad de elementos que estructuran el mundo de la ópera.
Una puesta al día de la histeria de la ópera implica la revisión de muchos aspectos estéticos y so ciales. Quizá, desgraciadamente, en España no estemos en condiciones de plantearnos el problema. Por que lo esencial, el punto de arr que, solo existe en Barcelona, en cuyo magnifico Liceo se desarrolla usa labor regular, con cuadros ti tulares para un público preparado. Por eso la apertura de la temporoda hay que acogerla con inimo más testimonial que critico. En el Liceo existe la ópera. Durante tres meses, por encima de boats y vestibulos de buena sociedad, lo cierto es que las mejores patituras serán interpretades y la ves humana volverá a ser la gran protagonista. Los melómanos estarán presen tes y perdidos por las alturas.
El Liceo, centruido a mediados del XIX, costó unos ocho millones de pesetas. Desde entonces ha esta do vinculado a muchas jornadas de la vida barcelonesa. Muchas fa milias han relacionado pequeñas pero intimas dimensiones de su historia a la historia del Liceo, De tal forma que, con el correr de les años, el Liceo ha venido a ser no solo la expresión de una tradición musical, sino uno de los grandes simbolos de Barcelona.
Ahora que se habla de una po sible recuperación del Real, ahora que vuelve a escocer el silencio del monumental teatro madrileño, queremos subrayar el comienzo de la nueva temporada del Liceo. El único teatro de ópera español. Nuestro único punto de referencia. para plantear un future operistics- madrileño. Para llegar, en definitiva, a una ópera nacional-bien subventionada y abierta al gran público, tal y como existe en casi todes les paises de Europa.
La escalinata. Muchos espectadores son
propietarios de sus butacas
Casi olvidada. Leyla Gencer
Publicado el 11 marzo 2015 por Maac @Elblogdemaac
Mis amigos se cachondean de mí con el asunto Norma, cuando me ven ya me preguntan con socarronería que por qué número de entrada sobre Norma voy, pues bien, voy ya por la entrada número 11 y ha habido algunas entradas que, aunque hablaban sobre cosas relacionadas con esta ópera no he querido numerarlas como dentro de la serie, es decir que son más de las que indican los números. Da igual, yo pienso seguir mientras me apetezca, y el que quiera leerlas pues aquí están.
CRÓNICA DE LA VANGARDIA
LA REPRESENTACIÓN
Al día siguiente del
estreno de Norma en el Teatro alla Scala de Milán (el 27 de diciembre de 1831),
Vincenzo Bellini escribía a un amigo: "¡Fiasco! ¡Fiasco!". En la
cumbre de su carrera, Bellini, que era muy autocrítico, anotaba: "La ópera
ha creado un furore: la primera noche, dado que los cantantes apenas pudieron
interpretar el trío que finaliza el primer acto (estaban muy cansados), acabó
muy fríamente; pero en la segunda noche, el terceto se cantó algo mejor y gustó
bastante, pero aún no tanto como creo que debería ser, porque es una pieza que
exige mucha fuerza. [...] En las tres tardes, el segundo acto creó un
entusiasmo feroz”. Y finalmente concluye: "El teatro siempre está lleno,
cada noche hay un silencio total: el aplauso es unánime. Si estas cosas indican
un fiasco, entonces Norma ha sido un fiasco".
NORMA EN LA LICEU
Estreno absoluto
Estreno en Barcelona
Estreno en Barcelona en el
Estreno en el Liceu
Última representación anterior
Total de representaciones en el Liceu: 155
La cronología de Norma, ya estrenada en el Liceu en la temporada inaugural, la 1847/48, es gloriosa. Centrada en el personaje de la sacerdotisa druida, ha gozado aquí de las mayores intérpretes, empezando con Giovanna Rossi-Caccia, barcelonesa a pesar de los apellidos, que había intervenido ya en la primera ópera representada en el Liceu, Anna Bolena. Norma fue el primer título a representarse en cinco temporadas sucesivas, las tres primeras con Giovanna Rossi-Caccia en el rol protagonista. En 1850 el reparto era enteramente catalán (los periódicos lo destacaban): la Rossi-Caccia, Caterina Mas-Porcell, el tenor Marcel Rogés y el bajo Agustí Rodas. Asimismo los comprimarios: Ferran Rauret (Flavio) y Adelaida Aleu-Cavallé, esposa del primer apuntador que tuvo el Teatre, Pere Cavallé. Después, y entre las grandes sopranos, llegaron Normas de la importancia de Teresa De Giuli-Borsi, Eugénie Julienne-Dejean, Balbina Steffenoni, Giuseppina Medori, Emma La Grua, Rosina Penco (famosa por estrenar Il trovatore de Verdi), Giulia Marziali-Passerini, la mítica Carolina Ferni (esposa del barítono Leone Giraldoni y madre del también barítono Eugenio Giraldoni), Adele Bianchi-Montaldo, Ines De Frate (primera intérprete de Norma en el Liceu de quien se dispone registro discográfico y, caso insólito, soprano que no debutó hasta sus 46 años, aunque cantaría hasta los 64), la dramática Ester Mazzoleni y la gran belcantista Giannina Russ. Supone un honor para el Liceu contar entre sus Normas con el nombre de Giannina Russ, soprano de la más ortodoxa línea de canto. Dimensión no siempre valorada en esa época (1910) -a Toscanini sí que le agradaba-y la Russ era tildada de fría e inexpresiva, una soprano que «solo» cantaba cuando imperaba la moda de las cantantes-ac- trices de tipo verista siempre dispuestas al grito o el sollozo... y, por ello, Giannina Russ solo defendió una Norma en el Liceu, en un único día. La ausencia de este título en el repertorio significa que el Liceu se ahorró los alaridos paleoveristas de sopranos del talante de Bianca Scacciati o Gina Cigna, que atacaban Norma como si de Tosca o Cavalleria se tratara. Y llegamos a una pausa de muchos años en la que el bel canto es por completo relegado y sumido en el olvido. Desconocemos con certeza las causas, aunque se trata de un hecho incuestionable que entre 1917 y 1947, exactamente treinta años, Norma deja de representarse en el Liceu sin que nadie la eche en falta. De 1947 hasta hoy, Norma vuelve a ser una ópera de repertorio. Maria Caniglia da inicio a un listado glorioso, en el que la siguen las figuras imponentes de Maria Pedrini, Anita Cerquetti, Leyla Gencer, Radmila Bakočević, Montserrat Caballé, Ángeles Gulín, Adelaida Negri, Joan Sutherland, Ana María Sánchez, Fiorenza Cedolins y Sondra Radvanovsky.
Entre los tenores, la relación quizás no sea tan impresionante, ya que la parte de Pollione, además de ingrata, está escrita en una tesitura muy central pero con un Do agudo en la frase «Eran rapiti i sensi» que ningún tenor incorporaba. Sin embargo, ahora hay que brindarlo. El primer Pollione liceísta (1848) fue el ilustre Giovanni Battista Verger, que curiosamente también asumió su estreno barcelonés en el Teatre de la Santa Creu en 1835. Entre algunos nombres destacables de tenor, debe mencionarse el de Giacomo Roppa, cuya presencia el día de su homenaje en el Liceu llegó a congregar de cinco a seis mil espectadores. Las crónicas refieren los riesgos de una tal aglomeración y la necesidad de limitar el número de asistentes. Menos gloria alcanzó el catalán Marcel Rogés, que a pesar de tener contrato, no recibió su paga en ninguna función y presentó por ello denuncia contra el empresario José García Berdung. Ganó la causa, aunque jamás volvería a cantar en el Liceu. Entre otros Pollione reseñables, figuran los nombres de Gaetano Baldanza y Carlo Negrini, que el 10 de octubre de 1863 no pudo cantar por motivos familiares: su hija viajaba en el tren accidentado tres días antes cruzando el puente de Alabern, en la localidad de Breda (Barcelona). El puente cedió y hubo muertos y heridos, aunque por fortuna la hija del tenor se salvó. Más intérpretes notables de Pollione: Carlo Bulterini, el aragonés Antonio Aramburo, Emilio Naudin (que participaría en el estreno absoluto de L'africaine de Meyerbeer), Orazio Cosentino (que también en Norma había sido objeto de desaprobación por Toscanini en La Scala y que, tras acciones legales contra la Dirección del teatro, obtuvo una suculenta y famosa compensación económica), Mirto Picchi, Bruno Prevedi (en tres ediciones distintas), Francisco Ortiz, Nicola Martinucci, Dennis O'Neill, el intrépido Ignacio Encinas, Andrea Carè y el espléndido Gregory Kunde. En 1970, primera Norma de toda la carrera de la Caballé, se anunciaba al mítico Mario Del Monaco como Pollione, pero declinó la oferta y no llegó a venir a Barcelona. Por experiencia, Del Monaco sabía que el Liceu era un teatro difícil donde había sido desaprobado en 1946 en La Gioconda, no llegando a la segunda representación.
Oroveso es una parte de buen canto, de bajo noble. Hay que consignar que ya en 1849 era interpretada por el catalán Agustí Rodas, que italianizó su nombre en Agostino. Rodas fue el cantante más longevo de todo el siglo XIX liceísta. Hizo su debut en esa temporada y con muy pocas intermitencias siguió actuando en el Liceu hasta 1878; llegó a celebrar un total de ocho ediciones de Norma. Además del histórico Agustí Rodas, hay que mencionar también a Antonio Selva (que había estrenado Ernani de Verdi), Ormondo Maini, Lluís Corbella, Ivo Vinco, Simón Orfila, Roberto Scandiuzzi y Giacomo Prestia.
Respecto a los comprimarios, se mencionan en pocas ocasiones, pero en este caso merece la pena, ya que con el papel de Flavio, el 8 de enero de 1970 hacía su debut absoluto como tenor el apreciado Josep Carreras en su única aparición como comprimario, aunque ya había actuado con anterioridad en el Liceu con voz infantil. Montserrat Caballé había cantado en más de una ocasión «Casta diva» en concierto, pero ahora se trataba de la primera vez que asumía la ópera entera y reservaba para el Liceu su primera Norma. Igualmente la eximia Leyla Gencer la había cantado aquí por primera vez en 1962.
... Pero no todo ha sido coser y cantar. En la Norma de 1849 la crítica se queja de que en la orquesta no presenta fagotes. En 1864 la soprano Marie Lafont es tan mal recibida que es obligada a la rescisión del contrato. El 9 de abril de 1876 Norma vive una función de lo más accidentada: antes de la ópera, debido a una indisposición repentina del tenor Emilio Naudin, se anuncia que se suprime la cavatina del tenor y el dúo con Adalgisa. Naudin no aparece en escena hasta al trío final del acto segundo -recué- rdese que Norma se representaba siempre en cuatro actos-, pero no canta ni una sola nota. Abucheos. No puede finalizase el acto. Telón. Se repite el trío final con las señoras Alice Urban e Ida Cristino ellas solas. Antes de iniciarse el tercer acto se anuncia que se ha agravado la indisposición de Naudin y que ya no va a cantar nada más. La ópera finaliza, pues, tras el coro «Guerra, guerra». Para suplir las piezas suprimi- das, Alice Urban canta el primer acto de Poliuto de Donizetti con Francesco Tamagno. A los espectadores que no lo aceptaron les fue devuelto el dinero. Unos trescientos espectadores de los pisos altos se aprovecharon de ello cuando ya habían escuchado tres cuartas partes de la ópera. En 1878, aún otro escándalo: la primera y única representación es un fracaso tan rotundo que la obra tardará dieciocho años a reaparecer en el Liceu. El crítico Antoni Fargas i Soler considera la representación como una parodia de Norma; en realidad, la señora Júlia Cervelló (Adalgisa) era una cantante de zarzuela conocida bajo otro nombre.
El público del Liceu siempre ha sentido una estima especial hacia el bel canto, y Norma es sin duda su máxima cima. Sin embargo, como se ha dicho al principio, existe un paréntesis, entre los años 1917 y 1947, en los que se prescindió de ella. A partir de ese último año ha regresado robusta al repertorio y puede afirmarse que con las protagonistas más destacadas: Maria Caniglia, Anita Cerquetti, Leyla Gencer, Montserrat Caballé, Joan Joan Sutherland y Sondra Radvanovsky. Solo nos ha faltado la Callas.








































































